Este fin de semana Gallina, Gallo y Pollito nos fuimos a visitar a la familia, es decir, a la granja.
El día se presentó frío como pocos, así que bien abrigados nos reunimos con los amigos en la
Granja Escuela Albahaca, que el primer sábado de cada mes abre sus puertas a las familias.
Nuestro monitor se llamaba Chico (como el canario de la abuela), un chico la mar de simpático que rápidamente se ganó al pollito y a sus amigos.
Patos y patas con una pata, porque estaban descansando y resulta que lo hacen así, a la pata coja, de lo que se entera una. Pavos, conejos, palomas y gallos...algún antiguo compañero de la instigranja, vi yo por allí.
Dimos un paseo por el corral-establo y charlamos un rato con mis tías gallinas, que no dejaron de cacarear como locas contándonos las últimas visicitudes familiares: que si Diego puso un huevo huevo, que Clorinda, la hija de Amapola estaba haciendo una tesis para el doctorado con el título "¿Qué fue antes, el huevo o la galllina?", que si la última partida de trigo era de los campos de La Algaba y estaba buenísimo, en fin un co coo, cocoo sin parar, eso sí, que una se alegra de poder practicar su idioma de vez en cuando.
Después pasamos a ver a las cabras con cabritillos de apenas 20 días (teniendo tan cerca las fechas navideñas, más de uno pensaba en lo bueno que estarían asadidos con patatas y cebollas, pobres, tan lindo ellos, y tan tiernos, ahmm). Muy amablemente nos deleitaron con una recreación del cuento
El topo que quería saber quien se había hecho aquello en su cabeza, cagando en nuestras narices un montón de pelotillas de color bombón que casi nos gustaron.
Los cerditos o más bien cerdos...madre mia, qué grandes y qué malamente huelen, apestosos. Ovejas y burros.
Subimos a la Luna, a lomos de más bien. Así se llamaba la pobre burra encargada de pasearnos. Me da penita y mucha, pero no iba a privar yo a mi amado público de ver ansioso cómo la gallina se caía de la burra, pero no...otra vez será. Un paseito con el pollito guiados por el gallo. Nos encantó :)
Tocaba ahora ponerse con las manos en la masa y hacer nuestro propio pan. ¿Qué lleva el pan? Harina, agua, sal y levadura y este nuestro también aceite de oliva y matalauva...podéis imaginar cómo holía cuando lo metimos en el horno uhmmmm. Ahh! pero primero, le dimos una somanta de palos a las masa que la dejamos...con los puños, con los cachetes, con las orejas, con los codos, con la nariz...esto era imprescindible porque a falta de chorizos buenas son las proteínas moquíles. Me vino la inspiración Rapuncell e hice un pan-trenza. El pollito ayudado por su padre hizo un rosco la mar de mono, pero a última hora lo cambió por un rulo.
Mientras se hacía el pan nos fuimos a ver las plantas aromáticas y el huerto. Tocaba plantar una macetita. Echamos la tierra, hacemos un agujero con el dedito y metemos el esqueje. Al botín.
Para compensar el mal olor a cerdo nos dispusimos a fabricar nuestro propio ambientador. Con naranjas y clavos...¡ay que pinchan! Cucha! ¡qué bien huele la naranja con clavo! Ahí mi mente se puso a divagar imaginando todas mis primas gallinas trabajando a diestro y siniestro haciendo ambientadores con las naranjas de nuestra huerta, porque me da a mi que este año ni para zumo. Otro tesoro.
Después tocaba recoger rica, fresca y verde hierba y algunas naranjas para dar de comer a los animales. Que siempre que se va a visitar a la familia hay que llevar algún detallito. No me veas cómo se pusieron mis primas de hierba. Y para los burros paja, mi pollito parecía que llevaba toda la vida dando de comer a los bichos.
Y para terminar recogimos nuestro pan, y degustación al canto. Estaba buenísimo, con tantos mocos, y tanto de tó. No hay nada más que cocinar un mismo las cosas para que le sepan a gloria y tener tanta hambre como nosotros, que ya nos habían dado la una y media.
Una mañana de sábado al aire libre, entre animales, en familia y con amigos...¿qué más se puede pedir? ¡Repetiremos! ¡Fijo! ¡Nos los hemos pasado chupi! (palabra de pollito)