Me gustó la "polémica" que se desató, cada una aportando su visión.
Había, como la amiga
Paqui, que teniendo un hijo varón, no veía a su hijo reflejado en él y que coincidía con otras mamás en que el post estaba lleno de estereotipos; también Laura (mamá de un varón) opinaba de ese modo, el resto de las mamás que opinaban que sólo eran chorradas, estereotipos y que artículos como este eran machistas y hacían un flaco favor a la igualdad, eran madres de niñas. Me resultó curioso.
Aunque era mi muro, no me gusta acapararlo. Para dar mi opinión más largo y tendido tengo este rincón, que en casos como este se me queda corto, porque es difícil reflejar tantos matices como tiene para mi este tema.
Como decía allí, cada niño, como cada persona, es un mundo, sin embargo, tras estos casi cinco años observando al pollito, a sus amigos y amigas, veo comportamientos comunes entre los varones que los hacen muy diferentes de las niñas que también suelen tener muchos en común. Vaya por delante decir también que existen excepciones y quizás demasiadas como para considerarlas tales.
Atendiendo a la generalidad veo que niños y niñas son diferentes y no veo en esas diferencias nada negativo, no es uno mejor que otro, no por eso debe prevalecer uno sobre otro ni en derechos ni en obligaciones, ni mucho menos, no digo eso.
"De joven" siempre pensé que eso de que hombres y mujeres éramos diferentes eran tontérias, pensaba que todo era por cuestiones culturales, de educación. Después leía, veía documentales en canales de divulgación científica e iba vislumbrando un mundo de diferencias que no quería creerme. Ahora que con David tengo contacto con niños y niñas, que los veo crecer, y advierto cómo se refleja más su personalidad, sus rasgos y características propias, más me doy cuenta de las similitudes que tiene el pollito con la mayoría de sus amigos y de las diferencias que tiene con sus amigas. Más entiendo que la educación, la cultura tienen que ver, pero que ya de serie traémos un "chip" niño-niña que pesa mucho más de lo que nos gustaría (haciendo mía la expresión de Waleska). O quizás es que la educación, la cultura les va entrando por los poros sin que nos demos siquiera cuenta, haciéndome pensar que no es cultural lo que si lo es.
Del curso pasado a este ha cambiado mucho. Su mejor amiga era C, se pasaban todo el tiempo en el cole jugando a la casita, este curso, de repente, su juego ha cambiado, ahora juega con J a encarcelar a C.
Los juegos del pollito son mucho más bruscos, más violentos. A Candela, que antes porteaba, le daba teta, la cuidaba, ahora casi ni la mira, si no es para disparale con un cañón de los playmobil. Pistolas, arcos y flechas, ametralladoras son sus juguetes más deseados. A su disposición sigue la cocinita, la plancha, los bártulos de limpiar, al igual que los puzzles, los juegos, los libros, los coches...sus preferencias están cada vez claras y no porque hayan cambiado los dibujos que ve en la tele, por ejemplo.
Todo el día con pedos y cacas en la boca. Mirándose al espejo y sacando músculo. Tapándose los ojos si hay una escena de besos. Rápidamente hace pandilla con otros niños, aunque no se conozcan de nada y ya son sus colegas para siempre jamás. Los saludos entre ellos, son efusivos, a más brusquedad mayor expresión de cariño. Acción, acción, movimiento...ese es su pasar el tiempo, como el de muchas niñas también. Porque mientras más observo a David relacionarse en el parque, en el cole, con los primos, más me doy cuenta de que la mayoría de las veces cuando juegan niños y niñas juntos lo hacen así, sin diferencias en según que ambiéntes. Ya véis que yo misma me contradigo.
Este artículo de Silvia constata también estas cosas que observo. Podía haberlo escrito yo, sino fuera porque el pollito prefiere jugar conmigo que con el gallo y creo que si esa predilección existe es porque yo le sigo más el rollo que él.
Antes me hubiera echado las manos a la cabeza con los colegios diferenciados por sexo (así les llaman ahora que queda más fino); ahora, no diré que me encante la idea, sin embargo creo que no es tan descabellado que siendo como yo lo creo, diferentes, propiciemos en cada sexo la mejor forma posible de que adquieran unos conocimientos académicos (y conste que hablo a partir de una determinada edad y hasta una determinada edad).
Hace años leí Porqué los hombre no escuchan y las mujeres no saben leer los mapas, me gustó leer de forma cómica todos esos estereotipos que siéndolos veía tan vívidamente reflejados en los hombres con los que trataba. Los reyes me ha regalado este año, Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus. Sé que pasaré buenos ratos leyéndolo, espero este verano.
Quizás hemos querido luchar tanto por la igualdad de hombres y mujeres en el ámbito laboral y familiar que hemos pasado por alto que somos diferentes, sin que eso merme ni un ápice las capacidades que ambos sexos tenemos para conseguirlo todo.
No hay duda de que ellos y ellas tienen características propias. Las
mujeres desarrollan el lenguaje y la teoría de la mente [la capacidad
de atribuir pensamientos e intenciones a otros] antes que los varones
-cuenta-. Pero no hay nada que muestre que esto tenga alguna pertinencia
para los roles que pueden o no ocupar en la sociedad. No hay nada en el cerebro de la mujer que le impida hacer lo que quiera". (La batalla de los sexos)
Como todo esto no son más que mis divagaciones, aquí dejo un artículo a un estudio de una universidad de Pensilvania que me quita absolutamente la razón asegurando que
el cerebro humano se diferencia por sexos a partir de los 13 años.
Para entrar en profundidad, una monografía sobre las
diferencias sexuales, que sólo he ojeado pero que parece ser bastante completa.
Aquí sigo divangando y pensando, sin tener clara mi opinión, como me pasa tan a menudo. Os invito a compartir la vuestra si os apetece. Estaré encantada de leerla