Pasar una tarde entre cuentos, con adultos interesados en aprender a contar mejor a sus hijos, a sacarle jugo, a disfrutar de ellos es ya un magnífico reclamo. Si además en la experiencia vas guiada por una gran cuentera a la que además sientes como amiga, mucho mejor. La confianza es un punto, te hace sentir como en casa, con ella puedo ser yo; esa yo que se emociona, que llora en el primer nano segundo, que vive los cuentos como si fuera una niña, que se mete de lleno en la historia, que siente con los personajes, que es uno de ellos.
He caído en la cuenta que tengo un problema. El pollito crece llegará un día que no quiera ir a escuchar cuentos, que incluso no quiera que yo le cuente. ¿Qué haré entonces? Me veo pidiendo niños prestados o llendo a las librerías, a las bibliotecas, sola como las locas los días de cuentacuentos. Mientras tanto lo disfruto.
Y eso hice en el taller con Pilar Redondo, disfrutar. Disfrutar escuchándola, sintiendo sus palabras, dejándome llevar por las emociones. Hablaba de la importancia de conectar con ellas para llegar al público, dícese, a nuestros hijos. Siempre lo hago cuanto le cuento. Muchas veces termino con las lágrimas saltadas de la emoción, no importa que el libro no sea triste, sea por lo que sea me emociono. Porque lo que cuenta, por las ilustraciones, por el momento que vivimos, por los recuerdos, por lo que veo en sus ojos, porque me siento privilegiada...cualquier excusa es buena y siempre parece que tuviera la lágrima detrás de la oreja. ¡Que se lo digan a mis compañeras de taller! que comencé a llorar casi al principio.
Podéis entender un poco más cómo me siento si os leéis el artículo de Alex Nogués "Porqué les leo cuentos a mis hijos por las noches. Confesiones de un padre egoista".
También tuvimos nuestro momento de cuenteo. Cada una tuvo que contar un álbum ilustrado sin texto. De los propuestos por Pilar elegí El rey del mar, editado por Océano Travesía. Pinchando en el título podéis ver a la autora del libro contándolo.
Lo había leído antes, se lo había contado al pollito y lo había disfrutado contar a Fran Pintadera en el taller al que Pilar y yo asistimos juntas. No recuerdo cómo lo hizo él, no sabía como lo hacía la autora, pero al fin y al cabo, de eso se trata, de hacerlo tuyo, de sentirte cómodo con él.
Es un libro tan sintético y tan amplio que me gusta. Fondo blanco, ilustraciones de contornos negros, con poquitas notas de color. Peces diferentes en color, en tamaño; todos pensando que son los reyes, lo máximo, pero ¡ay amigo!, siempre hay alguien más poderoso, alguien que a su vez piensa que él es el rey...hasta que sucede lo predecible, muchos pequeños pececitos azules pueden vencer al más fuerte.
No deja de ser triste que no queramos aceptar nuestra parte de pequeño pez azul y que nos sigamos dejándonos llevar por la marea, permitiendo que otros luzcan la corona.
Para terminar me enamoré perdidamente de Carolina y aún más de Pedro. Con ellos, como decía Pilar en su post hablando del libro Pedro está enamorado, he sentido "la angustia, la ilusión y la timidez de Pedro", pero también la sencillez y fragilidad de Carolina.