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28 de septiembre de 2015

Comer sin tele. Un hábito de vida saludable que no practicamos

He dedicido unirme a la inicitiva Hay vida después de los seis. Entre que el peque crece y me da más reparo hablar de sus cosas, que me muevo menos por la red y leo menos nada otros blogs y que vivo centrada en el día a día, parece que la inspiración para escribir se haya ido junto con las ganas de ponerme a ello. Pero hay días que las ganas vuelven, pero la inpiración no. Espero que tener al menos el tema para una publicación al mes sea el acicate para retomar estos ratitos de blogeo que tanto me aportan.

El tema de este mes es Deporte y hábitos de vida saludable. Lo de los hábitos de vida saludable me viene al pelo para explicar porqué desde hace meses nos saltamos uno de ellos: el comer sin tele. Porque además ha coincidio que leía estos días el artículo Cómo comer sano, en familia y sin tele. Voy a explicar porqué, apesar de pensar que es lo adecuado (las razones podéis leerlas en el propio artículo), no lo hacemos así.

En casa el tema de la comida se había convertido en un auténtico calvario. El peque nunca ha sido uno de esos niños dispuestos a probar lo que no conocen ni que les guste de todo. No puedo evitar pensar que algo hicimos mal para que "nos saliera así". Siempre he intentado no obligarlo, respetarlo, no prepocuparme por la cantidad (ni casi por la calidad) de lo que comía. Seguía la teta, comía mucha fruta, cero verduras, el queso ni en la pizza, el colacao del desayuno le daba fatiga (como a mi toda la vida), pasta de una manera, arroz de dos, legumbres con trabajo, carne (a la plancha) toda la que le echaras, calamares y croquetas de pescado...poco más. Con esa lista de alimentos las opciones de menús son muy escasas y de menú sano y equilibrado mucho menos. 

Se sumaba a esto que las comidas las hacemos en casa de mi madre con la familia "ampliada" (no lo explico porque es largo). Le exigíamos que se comportara en la mesa de forma correcta (como es normal). Con esa familia ampliada, aún era más acuciante.

Meng-Chia Lai 


Camino del colegio ya iba tensa pensando en su cara cuando le dijera lo que había de comer, pensando en el numerito que montaría. La hora de las comidas me generaba mucho estrés, mucha angustia, tanta como a él. 

Por convencimiento (sobre todo mio y de mi madre. El Gallo no estaba nada de acuerdo): para facilitar el diálogo, para ser conscientes de lo que comíamos, de la cantidad, de los sabores...no poníamos la tele. Él se aburría y ya sabemos qué pasa cuando un niño se aburre y para colmo naaaaada le gustaba. El cocktel estaba servido. Yo de los nervios porque no comía, empeñada en que debía comer lo mismo que todos los demás pero a la vez pensando qué ponerle para que al menos le gustara un poquito, él aburrido y angustiado, los demás mirándolo, no te levantes, no saltes, come, pruébalo, no grites, come, termina...te voy a apuntar al comedor, ya no puedo más, sólo has comido una cucharada...no se si podéis imaginarlo. Un horror. Pasarlo así dos veces al día, todos los días es un martirio que todos estábamos sufriendo y que arrastrábamos a lo largo de todo el día, todos los días.

Una de las tardes en la Escuela de familia preguntó la psicóloga si había alguna familia que tuviera hijos con problemas a la hora de comer. Me faltó tiempo para levantar la mano. ¿Qué ha comido hoy? Un trozo de tostada, ha dejado el colacao porque dice que le da asco, un plátano en el colegio, 4 garbazos contados, una manzana, otro plátano. ¿Te parece normal que puedas decirme que ha comido exactamente 4 garbanzos porque los has estado contando? No, no lo era.

Ahondamos un poco más. Salió el tema de comer sin tele. Nos hizo ver la presión que estábamos ejerciendo sobre él a la hora de comer y que sin la distracción de la tele TODOS nos centrábamos en lo que comía o no comía y en su comportamiento. Nos bastó unos minutos para ponernos en su situación y sentirnos como lo hacía él enfrentado a una comida que no le gustaba mientras cinco adultos lo miraban y juzgaban. Nos hizo ver la necesidad de un cambio de actitud por nuestra parte. Sólo así conseguiríamos que él cambiara. Quizás comería lo mismo, pero al menos no lo viviríamos con angustia.

Por prescripción a partir de entonces comeríamos con la tele puesta para que nuestra atención se centrara en la pantalla. Qué cosas eh!. De esa forma podríamos charlar de lo que estuviéramos viendo y el ambiente sería más distendido. Dejaríamos de estar pendientes de cuanto o qué comía. Nos limitaríamos a ponerle lo mismo que todos, en cantidades adecuadas. Pasado el tiempo estimado para la comida, le retiraríamos el plato sin reproches ni historias. Ella aseguraba que con ese cambio de actitud y teniendo a su disposición los alimentos, él mismo sería el que iría probando las cosas o no.

Es curioso cómo transgedir la norma es a veces lo que mejor funciona. Desde que pusimos la tele todo (o casi) cambió. Pasaron las angustias, terminaron los horrores. Milagrosamente todo comenzó a fluir. Seguía comiendo lo mismo, pero nadie se enfadaba ni montaba numeritos, principalmente porque no estábamos controlando lo que comía. Al cabo del tiempo poco a poco ha ido probando nuevas recetas, algunas le gustan más, otras menos, pero las prueba y si no pues tampoco pasa nada, ya habrá otra ocasidón. 

No voy a decir que todo sea perfecto ahora porque no. De vez en cuando vuelven los reproches, retomo mi actitud anterior (como estos días), entonces me recuerdo que estoy volviendo a meterme en la dinámica del horror y cambio de nuevo.

Hoy por hoy, con vivir el momento de la comida felices me conformo, ya llegará la hora de tomar conciencia de lo que comemos.


Pd: Dejo para otro día el tema del deporte o más bien de la vida activa, otro de los puntos fuertes de los hábitos de vida saludable. El próximo mes prometo cumplir mejor con la inciativa #hayvidadespuesdelos6



25 de septiembre de 2015

Hoy leemos El señor del castillo

No hace muchos meses que conocí las ilustraciones de Guridi y pasó como cuando estás embarazada y sólo ves barrigotas preñadas por la calle, que de repente llegaban a mis ojillos distintas publicaciones ilustradas por él. Me gusta su estilo, su sencillez, su simpleza, su síntesis. Cómo con pocos trazos es capaz de expresar tanto. En fin, me gusta.

El señor del castillo publicado por Canica books está ilustrado por Guridi y escrito por Aurora Ruá.



En la portada ya captamos el aire novelesco del texto. Un niño, con porte gallardo y seriedad magestuosa. De corona un cubo, de capa una toalla, de espada una pala. Qué facil es meterse en el papel y vivir una aventura un día cualquiera. Tan sólo dejando volar la imaginación. 

Las escenas van sucediéndose estableciendo paralelismos con el mundo medieval. La bruja que embadurna la poción, el lago sagrado, la construcción del catillo, el enemigo...y esos putitos de humor...



Qué pena que perdamos esa capacidad de imaginar. Qué suerte que libros así nos hagan recordar lo sencillo que era. Será cuestión de olvidar que hemos olvidado, ponernos la rebeca en el pelo a modo de larga melena y tirar al suelo los cojines del sofá para recrear el mar. Volver a ser niños con ellos

24 de septiembre de 2015

Una noche #alrededordelamesa en Ikea

A estas alturas todos tendréis en casa el nuevo catálogo de Ikea. A la nuestra llegó hace un par de semanas, o tres. No tuve tiempo de sentarme a gusto con él, tan sólo un vistazo rápido. Entre que cada vez es menos colorido (soy muy de colorichi en la decoración) y que en mi casa no cabe ya ni un florero, cada vez lo espero con menos deseo. 

Fueron las redes sociales las que me descubrieron algunas de las joyitas de su interior, esas que sólo se aprecian cuando te recréas en él. Una tarde me dispuse a hacerlo y me escondí en el baño, haciendo como la que hacía algo que sólo podía hacer yo. Venga va, que levante la mano quien no haya usado ese truco alguna vez. Din don, escuché el timbre. ¿Carmen Tal? Le traigo un paquete. Pisadas rápidas y como siempre el pollito entró sin llamar. Traía un sobre gordo. Mmmnnnn ¿qué sería?  Dejé el catálogo a un lado para abrirlo mientras él esperaba expectante. 

Has recorrido tantas veces los pasillos de Ikea que podrías hacerlo con los ojos cerrados. 
¿Te gustaría comprobarlo? 
#alrededordelamesa

Me invitaban a un evento en Ikea mientras me deleitaba con su catálogo, casualidades de la vida y un puntazo genial. 

Al día siguiente salió en prensa y supe algo más. Ikea ha transformado la entrada de sus tiendas girando en lo que sucede #alrededordelamesa. Entendiendo que sentarse a la mesa va mucho más alla de sentarse a comer y que engloba cultivar nuestros alimentos, conservarlos, preparar la receta y poner una bonita mesa. Suponía que eso es lo que nos querrían enseñar, lo que no imaginaba era que lo harían de una forma tan original, divertida y emocionante.

Tras la presentación, ojos vendados. Tocaba confiar ciegamente (nunca mejor dicho) en los chicos de Ikea y en los otros compañeros bloggers. 

Tras lo que pareció un recorrido eterno la luz intensa comenzó a filtrarse por nuestros pañuelos y entró en juego el sentido del olfato. Tierra mojada, hierbas aromáticas...Aquí comienza la aventura y su propuesta de crear un pequeño huerto urbano en nuestro patio, jardín, terraza o ventana. Sólo hay que ingeniárselas y usar los elementos que encontramos en la tienda para aprovechar el espacio al máximo al cultivar, crear nuestro propio compost, recojer el agua de lluvia y usarla para regar...Ideas, ideas e ideas. 



De nuevo en ruta y sentados a la mesa el sentido del tacto...café, harina, azúcar. Nuevos materiales en decoración, como la utilización del corcho en la colección SINNERLING. 

Continuamos con el recorrido preparando nuestras papilas gustativas para probar lo que iban dejando en nuestras manos. Parecerá mentira pero nunca había comido nada de Ikea más allá del típico perrito al salir (que por cierto siempre me sienta mal). Ahí vino mi gran sorpresa. Las albóndigas vegetarianas estaban buenísimas, el salmón wowwwww, el chocolate exquisito.

Siguiente parada...el oído con la sinfonía de sonidos que podemos recrear con la multitud de materiales que encontramos en cualquier casa.

Terminamos la ruta #alrededordelamesa preparada para un gran banquete con las mejores vajillas y cristalerías. Allí cómodamente disfrutamos de la experiencia de la realidad virtual. Con nuestras gafas y cascos nos metimos en uno de los salones de la exposición y todo cobró vida. Toda una experiencia.


Recuperada ya la vista volvimos a hacer el recorrido que sentí como kilometríco y que no era más que una vuelta en redondo por la entrada. Nos acompañó una de las chicas del equipo de diseño de espacios que nos fue explicando todo el concepto #alrededordelamesa, los distintos ambientes, las posibilidades, cómo y porqué habían montado así o asao cada rincón, esa pedazo de cocina semiprofesional que te pueden montar en casa...

A mí, como  madre, me encanta la importancia que IKEA le da siempre a la familia en sus espacios, en la filosofía de vida que destilan. Lugares donde los niños están incluidos en las tareas cotidianas, donde se piensa en ellos adecuando las estancias, poniendo muebles a sus altura, usando escaleras y taburetes para que lleguen a todo, creando rincones donde puedan estar cerca de los mayores cada uno haciendo sus cosas, proponiendo hacer cosas juntos: cultivar, cocinar...dormir



Cuando te explican las cosas de primera mano y llegas a los porqués de cada cosa todo tiene más sentido y llegas a casa con unas ganas locas de volver a encerrarte en el baño con tu catálogo. Con presentaciones así, con experiencias así, da gusto contar por aquí las cosas y así se las hemos contado ;)



PD: Para terminar y que pudiéramos charlar un poco nos habían preparado un pequeño bufet con quesos, albóndigas de pollo y de verduras, distintos cortes de salmón, aguas de frutas y tarta...todo un lujazo. 

Y otro PD: Gracias Ikea por hacernos vivir una experiencia tan estimulante




14 de septiembre de 2015

Coletero-pulsera...mi nuevo básico y mis remordimientos.

Hace unos días viendo en Instagram una foto de Fina la Endormina y su caja Nonabox de ese mes conocí Eband, unas gomillas para el pelo la mar de monas que parecen pulseras. Soy de las que siempre lleva una gomilla en la muñeca y la verdad, no es tarea fácil dar con la idónea. La que no me aprieta hasta el extremo es demasiado ancha y la pierdo, la que no, es fea, fea. 

Estaba justo en ese momento en que no tengo gomilla que ponerme en la muñeca, así que el descubrimiento de las Eband era perfecto. Entré en la web, 4 gomillas 6 €, no estaba mal y tan chulas todas. Más los gastos de envío y el iva...10,26€...Más de 2,50 cada coletero. Gastos de envío gratis a partir de 20€, demasiadas gomilla-pulseras para llegar a no pagarlos, yo que soy de usar la misma cosa hasta la total destrucción. No digo que sea barato o caro, eso depende de la econimía de cada uno, pero por ridículo que pueda parecer se salía de mi presupuesto. 

Me quedé pensando en lo buena idea que era, un producto bonito, útil, versátil. Miré los puntos de venta, ninguno por aquí. Pensé en la ilusión de la mujer/es que habría detrás de la marca. Imaginé una historia: un proyecto con el que dar los primeros pasos en el mundo empresarial con los ahorros de años, con el que conciliar, con el que aportar ingresos a la familia, con el que ganar algo de dinero para seguir estudiando, o con la esperanza de que fuera el sustento tras un despido, una separación, una forma de desarrollarse laboralmente tras años de buscar trabajo sin éxito...La imaginación vuela sin querer. Deseé que le/es fuera bien por que es un producto genial.

Esta mañana echando un ojo a los pendientes ridículamente baratos de esa tienda como de los chinos pero con estilo, ese Ikea de las cosas pequeñas, los vi, allí estaban esos coleteros tan monos (sin esa marca, claro está). Qué casualidad más casual. No eran los mismos diseños pero...2€ cuatro gomillas. Los compré.

Los compré sintiéndome mal y bien. Qué cosas. Bien por mi y nuestra economía. Bien por haber encontrado una solución a mi falta de gomillas no estranguladoras a un precio que sí podía permitirme. Mal, muy mal por ser parte de la muerte del pequeño, de esas ilusiones, de esa conciliciación, de ese sustento. Me sentí traidora. Al fin y al cabo estaba haciendo lo que a mi me habían hecho. Yo, en mi pequeña tienda no podía competir con los precios de las franquicias, de las grandes superficies, esa fue mi puntilla, justo lo que yo estaba haciendo. ¿Qué hacer entonces? ¿Qué habría sido lo correcto? ¿no comprarlas? ¿no cubrir mi necesidad? ¿pagar más por algo que podía comprar por menos? No puedo permitirme el lujo de hacerlo o en realidad si puedo pero no quiero. Demasiados encajes de bolillos hacemos ya para llegar a todo. Si lo huviera hecho me habría sentido mal por no mirar por los intereses de mi familia, con esa pedazo de cuesta de Septiembre que se nos viene encima. Puedo parecer exagerada, miserable, pero yo me entiendo.

Afortunadamente no todos son como yo, ni sus circunstancias, ni su conciencia, ni su economía, ni tienen una tienda "de esas" cerca, para todos eso va este mensaje:
si sois de las que lleváis una gomilla en la muñeca,
si os cuesta trabajo encontrar la perfecta, que no os apriete, que no haya llegado al diámetro idóneo cuando a base de sufrirla está tan vieja que el metal se oxida,
si tenéis mucho pelo y ningún coletero aguanta el peso,
si os gustan las cosas prácticas y bonitas a la vez,
si os gusta ese pequeño toque de estilo en vuestra muñeca,
si quereís optar a otros muchos modelos del único que hay en la tienda barata
si pasan los meses y entonces te surge la necesidad
si apuestas por la calidad (porque seguro que los Ebands superan a los otros)...
no lo dudéis y gastaros esos 10,26 de las Eband sin duda merece la pena.



Yo esta vez me he conformado con la traición. Visto que son tan versátiles y prácticas como parecían, cuando necesite renovar estas (que la verdad son un poco malillas y a la semana de uso ya estabn descoloridas) ya se donde acudir, que todos tenemos una tienda Eband cerca, tanto como nuestro pc o nuestro móvil ;)


11 de septiembre de 2015

Una vuelta al cole inquieta

Sí, lo se, dirán que nos preocupamos demasiado. Nos, nosotras, las madres, al menos yo lo hago y con las que hablo lo hacemos. Será que lo da "el cargo". Lo mismo los padres también, pero hablo como madre que es lo que soy. Pero no, no lo hacemos, no nos preocupamos, tan sólo queremos saber. Si la información es poder ¿porque se nos niega? Será por eso mismo, por no conferirnos ni un pedacito de control.

Recuerdo cuando era pequeña. Terminado el curso ponían un cartel en el tablón de anuncios con los libros para el próximo. Al menos una semana antes de comenzar otro cartel con la material. Quéeilusión ir a comprar los cuadernos de cuadros, de dos líneas, milimetrado, pequeño, grande...goma, sacapunta, boli azul, rojo, del que se borra, portaminas, plastidecores, alpinos...preparar el estuche, forrar los libros. El olor a nuevo curso despertando la ilusión por comenzar las clases ya que no había más remedio. Incluso el horario y el nombre del tutor...información que hacía que TODOS nos sintiéramos más seguros.



Este curso David ha cambiado de etapa. Sólo tres días antes hemos sabido qué horario tendrían el primer día (hombreeeeeee tiempo más que de sobra para pedir permiso en el trabajo para acompañar a nuestros hijos en este día importante ¿verdad?). ¿Alguna información de lo que tenían que llevar el primer día? meeeeeeemmmmmmmmm. Tan sólo sonsacando a algún profesor conseguimos enterarnos que "obviamente como siempre" (como quien vive la experiencia de entrar en primaria una y otra vez como en el día de la Marmota) un cuaderno, un lápiz y algunos colores. 

A mi hijo le ha tocado fulanito, el profesor del mío se llama setanito. Hay colegios en los que, como lo hacía el mío, ponen la lista de profesores días antes. Uno puede ir nombrándolo en casa, pidiendo referencias si ya estaba en el cole, quedánsose tranquilo o todo lo contrario si ya lo conocías de antes. Aquí no, es secreto. Así como lo lees. Secreto. El día antes, de casualidad, me enteré del nombre del profesor nuevo de David, por una exprofe lo suficientemente revelde (y ajena ya al centro) como para atreverse a decirme su nombre. 

Sin saber siquiera el nombre la posibilidad de hacer una reunión previa al primer día del curso por supuesto quedaba totalmente descartada. Y digo yo, citar a los padres un par de días antes. Darse a conocer, explicarles cuales serán los cambios en esta nueva etada, cómo será la dinámica de clase, qué material deben llevar el primer día y los sucesivos. Verle la carita, escuchar, sentir a la persona que será un referente para tu hijo durante los próximos dos cursos...¿Es tan difícil? ¿Es tanto pedir? Estamos hablando de primero de primaria, 6 años. ¿No es normal tener una cierta preocupación inquietud por estas cuestiones? 

Pues así andamos. Hoy es el segundo día. Ya sabemos cómo se llama. Ya el niño que ha querido le ha contado a sus padres su primera impresión del profesor. Cada uno ha dado en casa su particular mensaje de lo que tenían que llevar hoy. Unos decían un cuaderno, otros los libros, otros sólo el de mates... Cada uno llevará lo que crea que debe de llevar. Así seguiremos, elucubrando, hasta que nos den instrucciones "oficiales". Con suerte conoceremos al profesor...en algún momento.

Por cosas así NO ME GUSTA SU COLEGIO



PD: Al pollito le ha gustado su profe, eso ya es un punto. Dice que es muy simpático y que sonríe mucho. 



31 de agosto de 2015

La persona más afortunada del mundo

Verano a verano escribo lo mismo, o eso creo, porque así me siento, la persona más afortunada del mundo por poder pasar con mi hijo todas las horas del día, de todos los días. Así de agonía soy como madre.

Desde que nació no ha habido nada más prioritario que él, que el tiempo juntos. En la calidad no me meto, que eso es muy subjetivo, y lo que a uno le parece bien para otro es caca de la vaca. Yo soy de cantidad, de esa que se cuenta al mirar el reloj y ver pasar las horas. De esa que para nosotros dos en realidad casi ni existe. 

Despertamos sin reloj, sin nada más urgente que remolonear en la cama; teta, juegos, risas, charlas. De ahí al sofá, desayuno con ración de dibujos animados. Logística diaria entremezclada... "ayúdame a montar el lego", cuando termine de poner las lavadora, "una partida de futbolín", mientras coges la pelota voy a bajar el fuego", "el caballito de mar macho es el que pone los huevos" oigo mientras doblo la ropa, "vamos a echarle de comer a Mara",  "¡guerra de cosquillas!", vamos al supermercado, "¿falta mucho para que llegue papá?"...y casi sin darnos cuenta allí está. Y queda la tarde y la noche para estar juntos. Pasar así los días lentos de verano me hacen sentir inmensamente feliz. 

No dejo de escuchar "no sabes la suerte que tienes de estar con él". Porque paso, porque me aburre, porque me molesta en realidad, no contesto, no explico, no justifico. Sí, lo se, conozco mi suerte, pero más allá y sobretodo es mi ELECCIÓN. A nadie le importan más que a nosotros nuestras renuncias (que sí, que cuando elegimos inevitablemente renunciamos, aunque sea con gusto), a nadie nuestra economía, a nadie la incertidumbre del futuro. Lo que importa, lo que me importa es el tiempo hoy. Porque el futuro está por venir y quizás ni exista.

Me regodeo en todas nuestras horas. Las guardo en mi memoria, en mi corazón. Quiero creer que él también. Eso sólo el tiempo lo dirá. Yo, hoy me siento así, la persona más afortunada del mundo.

Ilustración de Bernardo Carvalho para el libro
Corazón de madre
Ed. Libros del Zorro Rojo


Leyendo En Tiempos de prodigios de Marta Rivera de la Cruz me crucé con un texto que veía a reflejar mis pensamientos/sentimientos. No tan feliz, no tan permanentemente dichosa, pero hoy por hoy (ya veremos con el paso de los años), yo podía ser esa madre, quizás porque yo misma era una de esas niñas de las que la protagonista del libro sentía pena.

"Mi madre siempre estaba contenta. La recuerdo canturreando mientras hacía la comida o cuando planchaba nuestros vestidos, de un eterno buen humor al volver del emrcadoo al llevarnos al colegio. Estaba satisfecha con su elección. Con su vida entre cerros de ropa que planchar, menús semanales y compras de alimentación para cinco personas. (...). Mi madres estaba orgullosa del trabajo que hacía, de tner un horario de veinticuatro horas sin paga de beneficios ni posibilidades de ascenso. 
Cuando yo era pequeña, me daban mucha pena las niñas cuyas madres trabajaban fuera decasa. Qué placer era entonces encontrarla siempre a mi madre cuando volvíamos de la escuela. Qué gusto que todas las comidad estuvieran listas a su hora, que cuando uno de nosotrso caía enfermo ella pudiese velar su sueño inquieto, poner paños frescos en una frente que ardía, administrar un jarabe o controlar la temperatura. Qué suerte tener una madre siempre presente, preparada para secar lágrimas, para curar una rodilla herida, para conolar, para reñir incluso. Cuando era pequeña, yo no tenía llaves de nuestro piso.¿Para qué, si sabía que mi madre nunca iba a estar fuera cuando yo llegara?

(...)Una elección de la que no se arrepintió nunca. "Mi trabajo era ese. Yo quería hacer bien mi trabajo. ¿No quieres hacer tú bien el tuyo?". (...) Porque era feliz con la vida que había escogido y no tenía nada que echar en cara a nadie. Estaba justamente orgullosa de sí misma, de la familia que había creado, de poder asistir a las funciones de NAvidad, de venir a buscarnos cuando acababan las clases, de preparar nuetras fiestas de cumpleaños. Cuando llegaba a casa del colegio era mi madre quien abría la puerta de la cocina, donde flotaba el olor sabroso de algún guiso casero. Durante años, al entrar en casa, lo primero que veía era una mujer completamente feliz. Y ahora me doy cuenta de cómo esa circunstancia marcó mi niñes. La convivencia diaria con la alegría es el mejor regalo que puede recibir un niño.

Mi generación ha pasado años mirando por encima del hombro a mujeres ocmo mi madre, compadeciendo su suerte, reivindicando por ellas el derecho a huir del hogas, de las familias numerosas, de las cacerolass y las listas de la compra. Nunca nos dio po rpensar que, entre tantas mujeres insatisfechas, entre tantas mujeres decepcionadas con su suerte,,  entre tantas mujeres que renegaban de su condición de amas de casa, había un puñado de mujeres dichosas a las que lavar pañales, planchar camisas y hacer potajes, y que no sentían como un fracaso el haberse consagrado a sus familias. Cuando torcemos el gesto pensando en esas mujeres, no pensamos en ellas sino en nosotras mismas inmersas en una existencia así, que se nos antoja vacía de contendio. Ni en un millón de años hubiese cambiado mi vida por la de mi madre. Pero creo que ella tampoco hubiese cambiado la suya por la mia." *

Como la madre de este libro, esta es mi elección y porque he tenido la suerte (ahora si) de poder elegir así me siento, la persona más afortunada del mundo.


* En tiempos de prodigios
   Marta Rivera de la Cruz
   Editorial Planeta. 2012
   ISBN 9788408111436

  


18 de agosto de 2015

Mi maceta Piedracactus

Si algo tiene el verano es más tiempo para hacer cosas. Juas, juas, juas. Cualquiera que tenga a los niños en casa entenderá que me ria. O eso creo, porque a pesar de las laaaaargas horas que "tenemos", no dan para nada. En la rutina de la vagancia, arañando ratitos aquí y allá, he conseguido tener mi maceta. Y es que como la piedratope, desde que pineé esta idea en la carpeta Para mi lo quiero, sentí que no podía tardar en hacerla.
Fácil, a más no poder, bonita...¡a mi me encanta!


Sólo necesitamos piedras, pintura, unos pinceles y un poquito de eso, tiempo, pero muy poquito, palabra.

Y e voilá, una maceta de las que a mi me gustan, de las que no necesitan cuidados, como la otra de la foto. Cada una adornando un rinconcito.


PD: Si sois menos impacientes y fulleras que yo, usad al menos pintura acrílica, no la de dedo de los chinos, que es la que tenía en casa en ese momento.

PD2: La pintura de dedo del chino no es tan mala. Un verano después y sigue intacta. Este es otro post atrasado)