Verano a verano escribo lo mismo, o eso creo, porque así me siento, la persona más afortunada del mundo por poder pasar con mi hijo todas las horas del día, de todos los días. Así de agonía soy como madre.
Desde que nació no ha habido nada más prioritario que él, que el tiempo juntos. En la calidad no me meto, que eso es muy subjetivo, y lo que a uno le parece bien para otro es caca de la vaca. Yo soy de cantidad, de esa que se cuenta al mirar el reloj y ver pasar las horas. De esa que para nosotros dos en realidad casi ni existe.
Despertamos sin reloj, sin nada más urgente que remolonear en la cama; teta, juegos, risas, charlas. De ahí al sofá, desayuno con ración de dibujos animados. Logística diaria entremezclada... "ayúdame a montar el lego", cuando termine de poner las lavadora, "una partida de futbolín", mientras coges la pelota voy a bajar el fuego", "el caballito de mar macho es el que pone los huevos" oigo mientras doblo la ropa, "vamos a echarle de comer a Mara", "¡guerra de cosquillas!", vamos al supermercado, "¿falta mucho para que llegue papá?"...y casi sin darnos cuenta allí está. Y queda la tarde y la noche para estar juntos. Pasar así los días lentos de verano me hacen sentir inmensamente feliz.
No dejo de escuchar "no sabes la suerte que tienes de estar con él". Porque paso, porque me aburre, porque me molesta en realidad, no contesto, no explico, no justifico. Sí, lo se, conozco mi suerte, pero más allá y sobretodo es mi ELECCIÓN. A nadie le importan más que a nosotros nuestras renuncias (que sí, que cuando elegimos inevitablemente renunciamos, aunque sea con gusto), a nadie nuestra economía, a nadie la incertidumbre del futuro. Lo que importa, lo que me importa es el tiempo hoy. Porque el futuro está por venir y quizás ni exista.
Me regodeo en todas nuestras horas. Las guardo en mi memoria, en mi corazón. Quiero creer que él también. Eso sólo el tiempo lo dirá. Yo, hoy me siento así, la persona más afortunada del mundo.
Ilustración de Bernardo Carvalho para el libro Corazón de madre Ed. Libros del Zorro Rojo |
Leyendo En Tiempos de prodigios de Marta Rivera de la Cruz me crucé con un texto que veía a reflejar mis pensamientos/sentimientos. No tan feliz, no tan permanentemente dichosa, pero hoy por hoy (ya veremos con el paso de los años), yo podía ser esa madre, quizás porque yo misma era una de esas niñas de las que la protagonista del libro sentía pena.
"Mi madre siempre estaba contenta. La recuerdo canturreando mientras hacía la comida o cuando planchaba nuestros vestidos, de un eterno buen humor al volver del emrcadoo al llevarnos al colegio. Estaba satisfecha con su elección. Con su vida entre cerros de ropa que planchar, menús semanales y compras de alimentación para cinco personas. (...). Mi madres estaba orgullosa del trabajo que hacía, de tner un horario de veinticuatro horas sin paga de beneficios ni posibilidades de ascenso.
Cuando yo era pequeña, me daban mucha pena las niñas cuyas madres trabajaban fuera decasa. Qué placer era entonces encontrarla siempre a mi madre cuando volvíamos de la escuela. Qué gusto que todas las comidad estuvieran listas a su hora, que cuando uno de nosotrso caía enfermo ella pudiese velar su sueño inquieto, poner paños frescos en una frente que ardía, administrar un jarabe o controlar la temperatura. Qué suerte tener una madre siempre presente, preparada para secar lágrimas, para curar una rodilla herida, para conolar, para reñir incluso. Cuando era pequeña, yo no tenía llaves de nuestro piso.¿Para qué, si sabía que mi madre nunca iba a estar fuera cuando yo llegara?
(...)Una elección de la que no se arrepintió nunca. "Mi trabajo era ese. Yo quería hacer bien mi trabajo. ¿No quieres hacer tú bien el tuyo?". (...) Porque era feliz con la vida que había escogido y no tenía nada que echar en cara a nadie. Estaba justamente orgullosa de sí misma, de la familia que había creado, de poder asistir a las funciones de NAvidad, de venir a buscarnos cuando acababan las clases, de preparar nuetras fiestas de cumpleaños. Cuando llegaba a casa del colegio era mi madre quien abría la puerta de la cocina, donde flotaba el olor sabroso de algún guiso casero. Durante años, al entrar en casa, lo primero que veía era una mujer completamente feliz. Y ahora me doy cuenta de cómo esa circunstancia marcó mi niñes. La convivencia diaria con la alegría es el mejor regalo que puede recibir un niño.
Mi generación ha pasado años mirando por encima del hombro a mujeres ocmo mi madre, compadeciendo su suerte, reivindicando por ellas el derecho a huir del hogas, de las familias numerosas, de las cacerolass y las listas de la compra. Nunca nos dio po rpensar que, entre tantas mujeres insatisfechas, entre tantas mujeres decepcionadas con su suerte,, entre tantas mujeres que renegaban de su condición de amas de casa, había un puñado de mujeres dichosas a las que lavar pañales, planchar camisas y hacer potajes, y que no sentían como un fracaso el haberse consagrado a sus familias. Cuando torcemos el gesto pensando en esas mujeres, no pensamos en ellas sino en nosotras mismas inmersas en una existencia así, que se nos antoja vacía de contendio. Ni en un millón de años hubiese cambiado mi vida por la de mi madre. Pero creo que ella tampoco hubiese cambiado la suya por la mia." *
Como la madre de este libro, esta es mi elección y porque he tenido la suerte (ahora si) de poder elegir así me siento, la persona más afortunada del mundo.
* En tiempos de prodigios
Marta Rivera de la Cruz
Editorial Planeta. 2012
ISBN 9788408111436
Hola: acabas de resumir a la perfección en este extracto de 'En Tiempos de prodigios' de Marta Rivera de la Cruz lo que es ser una madre. También considero que es una suerte estar todo el tiempo cuidando y educando a nuestros hijos. Eres afortunada por poder elegir. Y no te preocupes que el tiempo te demostrarás que elegiste muy bien. Tenemos hijos para cuidarlos no para dejarlos en manos de niñeras... seguimos en contacto
ResponderEliminarSi hubiera seguido escribiendo lo que decía "En tiempos de prodigios" habría puesto que la protagonista de adulta le echaba en cara a su madre que hubiera elegido esa vida. Nunca se sabe lo que nos deparará el futuro ni si las deciciones que tomamos son mejores o peores que las que dejamos por tomar. Sea como sea, así son las cosas y al menos en este momento me siento feliz con esta situación
EliminarUn abrazo Marta
Ole tú, Carmen!
ResponderEliminarLo bonito de todo es que lo has elegido y así lo sientes. Que bueno que por fin no sientas esa sensación tan horrible de que te falta tiempo para todo, sobretodo para lo mas importante.
Ole tú!
Fíjate María, en esta etapa estoy ahora. Qué distinta de la anterior ¿verdad?
EliminarGracias preciosa
Un beso grande
Ay Carmen! Qué bonito, me he emocionado. Porque si, considero que tienes motivos de sentirte afortunada, pese a muchas veces esa sensación de no llego a todo, el poder elegir es una suerte y el poder llenar los recuerdos de tu hijo es una maravilla.
ResponderEliminarUn beso enorme, amiga! Yo también me siento afortunada.
Gracias bonita. Afortunados somos en realidad todos los que sabemos disfrutar de los momentos tal y como vienen.
EliminarMuuuuuuuaccccc