He dedicido unirme a la inicitiva Hay vida después de los seis. Entre que el peque crece y me da más reparo hablar de sus cosas, que me muevo menos por la red y leo menos nada otros blogs y que vivo centrada en el día a día, parece que la inspiración para escribir se haya ido junto con las ganas de ponerme a ello. Pero hay días que las ganas vuelven, pero la inpiración no. Espero que tener al menos el tema para una publicación al mes sea el acicate para retomar estos ratitos de blogeo que tanto me aportan.
El tema de este mes es Deporte y hábitos de vida saludable. Lo de los hábitos de vida saludable me viene al pelo para explicar porqué desde hace meses nos saltamos uno de ellos: el comer sin tele. Porque además ha coincidio que leía estos días el artículo Cómo comer sano, en familia y sin tele. Voy a explicar porqué, apesar de pensar que es lo adecuado (las razones podéis leerlas en el propio artículo), no lo hacemos así.
En casa el tema de la comida se había convertido en un auténtico calvario. El peque nunca ha sido uno de esos niños dispuestos a probar lo que no conocen ni que les guste de todo. No puedo evitar pensar que algo hicimos mal para que "nos saliera así". Siempre he intentado no obligarlo, respetarlo, no prepocuparme por la cantidad (ni casi por la calidad) de lo que comía. Seguía la teta, comía mucha fruta, cero verduras, el queso ni en la pizza, el colacao del desayuno le daba fatiga (como a mi toda la vida), pasta de una manera, arroz de dos, legumbres con trabajo, carne (a la plancha) toda la que le echaras, calamares y croquetas de pescado...poco más. Con esa lista de alimentos las opciones de menús son muy escasas y de menú sano y equilibrado mucho menos.
Se sumaba a esto que las comidas las hacemos en casa de mi madre con la familia "ampliada" (no lo explico porque es largo). Le exigíamos que se comportara en la mesa de forma correcta (como es normal). Con esa familia ampliada, aún era más acuciante.
Meng-Chia Lai |
Camino del colegio ya iba tensa pensando en su cara cuando le dijera lo que había de comer, pensando en el numerito que montaría. La hora de las comidas me generaba mucho estrés, mucha angustia, tanta como a él.
Por convencimiento (sobre todo mio y de mi madre. El Gallo no estaba nada de acuerdo): para facilitar el diálogo, para ser conscientes de lo que comíamos, de la cantidad, de los sabores...no poníamos la tele. Él se aburría y ya sabemos qué pasa cuando un niño se aburre y para colmo naaaaada le gustaba. El cocktel estaba servido. Yo de los nervios porque no comía, empeñada en que debía comer lo mismo que todos los demás pero a la vez pensando qué ponerle para que al menos le gustara un poquito, él aburrido y angustiado, los demás mirándolo, no te levantes, no saltes, come, pruébalo, no grites, come, termina...te voy a apuntar al comedor, ya no puedo más, sólo has comido una cucharada...no se si podéis imaginarlo. Un horror. Pasarlo así dos veces al día, todos los días es un martirio que todos estábamos sufriendo y que arrastrábamos a lo largo de todo el día, todos los días.
Una de las tardes en la Escuela de familia preguntó la psicóloga si había alguna familia que tuviera hijos con problemas a la hora de comer. Me faltó tiempo para levantar la mano. ¿Qué ha comido hoy? Un trozo de tostada, ha dejado el colacao porque dice que le da asco, un plátano en el colegio, 4 garbazos contados, una manzana, otro plátano. ¿Te parece normal que puedas decirme que ha comido exactamente 4 garbanzos porque los has estado contando? No, no lo era.
Ahondamos un poco más. Salió el tema de comer sin tele. Nos hizo ver la presión que estábamos ejerciendo sobre él a la hora de comer y que sin la distracción de la tele TODOS nos centrábamos en lo que comía o no comía y en su comportamiento. Nos bastó unos minutos para ponernos en su situación y sentirnos como lo hacía él enfrentado a una comida que no le gustaba mientras cinco adultos lo miraban y juzgaban. Nos hizo ver la necesidad de un cambio de actitud por nuestra parte. Sólo así conseguiríamos que él cambiara. Quizás comería lo mismo, pero al menos no lo viviríamos con angustia.
Por prescripción a partir de entonces comeríamos con la tele puesta para que nuestra atención se centrara en la pantalla. Qué cosas eh!. De esa forma podríamos charlar de lo que estuviéramos viendo y el ambiente sería más distendido. Dejaríamos de estar pendientes de cuanto o qué comía. Nos limitaríamos a ponerle lo mismo que todos, en cantidades adecuadas. Pasado el tiempo estimado para la comida, le retiraríamos el plato sin reproches ni historias. Ella aseguraba que con ese cambio de actitud y teniendo a su disposición los alimentos, él mismo sería el que iría probando las cosas o no.
Es curioso cómo transgedir la norma es a veces lo que mejor funciona. Desde que pusimos la tele todo (o casi) cambió. Pasaron las angustias, terminaron los horrores. Milagrosamente todo comenzó a fluir. Seguía comiendo lo mismo, pero nadie se enfadaba ni montaba numeritos, principalmente porque no estábamos controlando lo que comía. Al cabo del tiempo poco a poco ha ido probando nuevas recetas, algunas le gustan más, otras menos, pero las prueba y si no pues tampoco pasa nada, ya habrá otra ocasidón.
No voy a decir que todo sea perfecto ahora porque no. De vez en cuando vuelven los reproches, retomo mi actitud anterior (como estos días), entonces me recuerdo que estoy volviendo a meterme en la dinámica del horror y cambio de nuevo.
Hoy por hoy, con vivir el momento de la comida felices me conformo, ya llegará la hora de tomar conciencia de lo que comemos.
Pd: Dejo para otro día el tema del deporte o más bien de la vida activa, otro de los puntos fuertes de los hábitos de vida saludable. El próximo mes prometo cumplir mejor con la inciativa #hayvidadespuesdelos6
Pues si os va mejor y por "prescripción" no hay más que hablar ;^). Aquí en casa de momento sin tele, excepto fines de semana... ¿si seguiremos así o no?, sólo el tiempo lo dirá
ResponderEliminarBesotes para toda la Familia!!!.
Hola Gallinita! :-) pues te diré que yo tengo aversión a lo de comer con tele y que he iniciado la lectura así un poco como mirando la pantalla de reojo. No veía nada así que he terminado mirándola normal (osea de frente) abriendo mucho los ojos... jolines y termino diciéndote que tu argumento ha llegado a convencerme, mira tú!
ResponderEliminarTe cuento: en mi casa eché mucho de menos la conversaci¡on en la mesa. La tele siempre estaba puesta. Casi siempre noticias o fútbol. Calla y come. Intercambio cero (o casi). Yo quiero que haya diálogo, que nos contemos cosas durante la cena y... así es peroooo también sucede un poco lo que tu cuentas! Así que, ni tanto ni tan calvo. Los radicalismos nunca fueron buenos. Hoy sí, hoy no... bendita alternancia.
Gracias por contarlo tan bien!! :-)
un saludo!
Nuria
Tegno una amiga que cuando yo le contaba que comíamos sin tele y les motivos (antes de la prescripción jeje) me decía...Pues yo paso.eso, será que no tenemos horas para hablar en casa que no sea precisamente la de la comida. Supongo que por el tema del diálogo dependerá mucho de la situación familiar, de cuanto tiempo se comparta y eso. Distinto es el ser consciente de lo que se come. Ya atacaremos esa parte ;)
EliminarMe alegro del cambio, si es para bien siempre es bueno y los pasos aunque sean pequeños, pasos son, de momento por aquí sin tele pero hay bastantes excepciones en fines de semana o en cenas que si que la ven y no pasa nada, las cosas estrictas no me gustan nada, debemos ir variando y viendo lo que mejor nos va! Nosotros si hemos tenido lío o momentos críticos con los peques es el momento de poner dibujos para la comida (esas suelen ser las excepciones) porque nos relaja a todos ellos encantadísimos y nosotros relajánnnndonos después del jaleo. Besicos playeros y aunque sea poquito sigue con tus entradas que nos gusta leerte, aunque no siempre te comente.
ResponderEliminarEsa es otra. Sólo funciona si ponemos dibujos animados, en ese rato no "nos deja" ver otra cosa. A mi plin porque paso de la tele en general. Todo sea por mantener la paz.
EliminarBesitos linda
Pues me he sentido muy identificada! Vivo la misma situación la mayor parte de las veces con mi hija pequeña. Y también con familia extendida de por medio, lo que dificulta todo mucho más... Yo nunca he tenido prejuicios respecto a la tele. En mi casa se comió siempre viendo las noticias. Cuando mi hermana era pequeña también comía mal y mi madre le daba antes de que nos sentásemos el resto y le enchufaba el tenedor, un trozo detrás de otro, mientras veía en bucle "la princesa prometida". Y ahí nos tienes, una familia unida, con adolescentes y ahora adultas formadas, que disfrutamos de la comida, que de adultas comemos prácticamente de todo y perfectamente normales. Si a vosotros OS va bien, enhorabuena!
ResponderEliminarUffff lo de la familia extendida...hay veces que me tele transportaría. Todo funciona mucho mejor cuando estamos sólo nosotros. Pero es lo que hay.
EliminarMucha suerte con tu pequeña
Cada familia debe adaptarse a sus circunstancias, y desde luego no hay hábito bueno si este no te hace feliz. Yo en casa nunca ponemos la tele, entre otras cosas porque comemos en la cocina y la tele se rompió y no hemos puesto empeño en arreglarla. Sin embargo cuando comemos en casa de los abuelos con tele comen más comida, no se si tiene que ver que la comida de la abuela esta más buena, jeje. Pero prefiero comer sin tele y hablar sobre el día, sin sofocarme con la comida. tranquila que ya teneis toda la tarde para hablar sin estar mosqueados por los acontecimientos de la comida
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