Continúo cediendo la palabra a Bea y Marina, de MinU, Portabebés Made in Utrera y su sección "Portabebés en el mundo", esta vez haciendo un recopilatorio de sus entradas de la sección “Portabebés en el mundo” de su página de Facebook.
El portabebé mismo está cargado de símbolos en relación con la maternidad: en
Rwanda, la misma palabra se emplea para designar la placenta y la piel de
cordero dentro de la cual se coloca al bebé. Para los Dogón en Malí, las telas
para llevar a los niños están hechas de bandas de tela teñidas en azul índigo
que evoca el líquido amniótico. Bébés du monde).
Para los Incas de Colombia, símbolos representando la placenta son tejidos en la tela destinada a sostener al niño. (Bébés du monde).
Quizás
sea por esa estrecha relación entre embarazo y “porte” que los portabebés son a
menudo objetos muy importantes y personales, que se utilizan raramente para dos
niños, como para los Matiz en Amazonia, donde, para cada niño de pecho se teje
un nuevo portabebé con las fibras del cogollo de una palmera. (Bébés du monde).
En
América del Norte, los indios llevaban a sus bebés en artilugios de madera bien
abrigados y enfajados. Era costumbre dejarlos colgados de algún árbol durante
alguna parada para descansar, no olvidemos que eran nómadas, fuera del alcance
de los depredadores y de otros peligros...
Durante sus primeros meses, el niño no se
queda nunca alejado de los brazos de alguien. Cuando la madre se desplaza,
lleva a su niño de pecho en una bolsa de red con el asa tendida sobre su frente
o en bandolera en una tela de corteza (…) Si está nervioso o agitado, se lo
lleva siempre en bufanda para poder darle el consuelo del pecho lo más rápido
posible. Un niño que llora es una tragedia que hay que evitar a toda costa.
(Del libro: « Moeurs et sexualité en Océanie », Margaret Mead, Ed. Plon, 1963
(Acerca de la primera infancia en los Arapesh, tribu del norte de Nueva Guinea)).
Para
los japoneses es muy importante mantener la barriga caliente de los bebés para
prevenir los cólicos, estos son llevados a la espalda en el tradicional kimono
sash u orbi.
Los
bebés de la tribu de los Yekuana, más que necesitar paz y sosiego para dormir,
dormitaban embelesadamente cuando se sentían cansados, mientras que los
hombres, mujeres o niños que los acarreaban, bailaban, corrían, andaban,
gritaban o impulsaban las canoas. (Del libro: “El Concepto del Continuun” de
Jean Liedloff).
Encajado contra el armazón de la espalda o
contra la cadera de su madre, acunado en el hueco de un paño o en un portabebé
en piel – a menudo hecho con el animal sacrificado con ocasión de su
“bautismo”-, el bebé africano va a poder afrontar el mundo con suavidad, acurrucado
contra su madre como si estuviera en su vientre. (Bébés du monde).
El
rebozo es una prenta de vestir femenina usada en México de forma rectangular y
de una sola pieza. Miden entre 1.5
m y 3 m
de longitud, y pueden ser hechos de algodón, lana, seda o articela. Pueden ser
usados como bufandas o a manera de chales. Las mujeres a menudo los usan para
cargar a sus hijos y llevar productos al mercado.
Se sabe que los indígenas mexicanos los usaban ya antes del arribo de los
españoles, pero la palabra rebozo no aparece en la lengua hispana sino hasta el
año 1562.
Esta prenda alcanzó tal importancia que en el siglo XVIII se dictaron leyes y
reglas para la elaboración en cuanto al tamaño, tejido, clase de hilo y dibujo.
Incluso se adoptó a la Virgen
de las Angustias como la patrona de la reboceras (Artesanas especializadas en
la confección de rebozos).
Al igual que otras prendas, el rebozo tiene símbolos como el color y el
entretejido de los hilos que identifican el origen de las personas dependiendo
de la comunidad los confecciona y utiliza.
La
búsqueda de alimento signaba la vida cotidiana de los Selk´nam. Conseguir
comida era tarea de los varones cuya excelencia en el uso del arco y la flecha
se hizo proverbial. Como ellos debían andar siempre al acecho, las mujeres
cuidaban la casa, consumían mariscos si el hambre obligaba a hacerlo y, durante
los traslados, cargaban las tiendas en bolsas de cuero y cestos de juncos,
junto con los utensilios y los hijos que aún no caminaban.
Se cubrían con una capa de piel de guanaco, que a veces podía ser de zorro o
cururo, que los cubría desde el cuello hasta las rodillas. La empleaban con el
pelo hacia fuera y la llamaban chonhkoli...
La
población Hmong es una minoría étnica originaria de China que, en los siglos pasados,
se trasladó hacia el Sur y ha poblado las regiones de Laos, Tailandia y
Vietnam, siguiendo su propia aspiración de autonomía e independencia
territorial (el nombre Hmong, en su idioma, significa “libre”).
El interés para con su gente nace por la belleza de sus productos artesanales,
expresados en sus ropajes tradicionales, en sus joyas, en su estilo que los
hace diferentes del resto de etnias, revelando detalles sobretodos en el color,
en las formas y en los acabados, entre otras de los vestidos. Las artífices de
este magnifico artesanado son las mujeres, que desde la recogida de los
materiales (algodón, lino, cáñamo), hasta su elaboración y su consiguiente
tesitura, perpetúan con cuidado y precisión de detalles una tradición estética
que dura desde hace siglos. Sus técnicas, habilidades, y poder creativo hacen
de cada prenda un objeto único en su género: único por la peculiaridad de los
detalles que no solamente distingue las diferentes tribus, también la clase
social y la edad en el interior de un mismo grupo, y pueden ser el color, el
largo del traje, el motivo del bordado, que muchas veces toma idea de las
leyendas tradicionales.
Una técnica típica de la tradición textil Hmong consta en sobreponer distintas
capas de algodón de varios colores y después cortar solo los superiores,
doblando y cosiendo las franjas según los varios dibujos que van revelando el
color de las franjas de telas de las capas inferiores, y embellecer sobretodos
cuellos, delanteros y fajas porta bebé...
El
awayu, ahuayo o jawayu es un tejido rectangular multicolor que hoy en día es realizado, por lo general, de lana de oveja. Sirve
para cargar los niños u objetos a la espalda. Entraña un profundo contenido
simbólico que representa fundamentalmente el espacio andino: la pampa (el
espacio abierto, por tanto de un
color homogéneo) y el pallay (que serían las áreas cultivadas representándose,
los surcos, a través de las líneas rectas de distintos colores).
El ahuayo también es considerado como pañal, es decir una manta que sirve para
envolver un niño, actualmente, se conoce como ahuayo la manta que sirve para
cargar al niño en las espaldas. El típico azuayo aymara, sobre todo en la zona
de La Paz , es
listado con varios grupos de listas de colores alternando con estrechos
sectores de pampa.
El
amauti (también amaut o Amautik, amautiit plural) es una de las prendas más
exclusivas del mundo. Se trata de la parka que usan las mujeres inuit del
Ártico oriental canadiense.
Hasta cerca de los dos años de edad, el niño está ubicado en la espalda de la
madre en el amaut, incorporado en bolsa del bebé, justo por debajo de la
campana. La bolsa es grande y cómoda. La madre puede llevar al niño desde atrás
hacia delante para la lactancia o para las funciones eliminatorias sin
exposición a los elementos. Está diseñado para mantener al niño caliente y
seguro del viento y frío, también ayuda a desarrollar lazos entre la madre y el
niño.
El
amauti se puede hacer de varios materiales, incluyendo piel de foca, caribú o
lona gruesa con una capa exterior resistente al viento.
El niño viaja con su vientre contra la espalda de la madre y con las rodillas
dobladas. La prenda está asegurada en la cintura con un lazo o correa que evita
que el niño se deslice hacia abajo de la bolsa. El peso del niño se lleva a
través de los hombros de la prenda, aunque este peso es típicamente
redistribuido por dos lazos más que forman una "V" sobre la
clavícula, con la base asegurada por el lazo en la cintura. Un cierre se fija
al borde frontal de la campana, lo que permite a la madre abrirlo para
satisfacer la curiosidad del niño y disfrutar de los alrededores, o cerrarlo,
tirando de la campana, para protegerlo del viento y los elementos externos.
Cualquier retal de tela o piel es bueno para
cargar a un bebé. La mujer Mursi, además, suele dejar uno o dos pechos
descubiertos, al alcance del niño, para que pueda mamar sin necesidad de
moverlo ni descubrirse...
Los
collares se consideran joyas. Cuanto más largos, mayor el atractivo de la
mujer, puesto que, aparte de resaltar la belleza de quien lo lleva, es prueba
de que proviene de una familia rica...
Las
mujeres de la tribu Mwila son famosas por sus peinados que son muy
significativos en su cultura. Las mujeres se untan el pelo con una pasta de
color rojo, llamada oncula, que se hace con un tipo de piedra roja triturada,
una mezcla de aceite, corteza de árbol triturada, estiércol seco de vaca y
hierbas. Además adornan su peinado con perlas, conchas de cauri y hasta comida
seca. Las mujeres Mwila también son famosas por sus collares, y para cada
período de su vida le corresponde un tipo específico de collar. Las niñas
llevan collares de color rojo fabricados con granos cubiertos de una mezcla
especial de tierra. A partir de la adolescencia usan collares de color amarillo
llamados Vikeka, y hechos con mimbre cubiertos de tierra que mantienen hasta su
boda. Nunca se quitan sus collares y duermen con ellos puestos.
Esbeltos y de bellas facciones, los masai son
un pueblo bien parecido. Su holgada indumentaria, de telas atractivas teñidas
de vivos tonos rojizos y azulados, envuelve sus ágiles cuerpos. Las mujeres
suelen adornarse con cintas y con grandes collares de cuentas, en ocasiones se
ciñen los brazos con gruesos brazaletes de cobre. Hombres y mujeres acostumbran
alargarse los lóbulos de las orejas colgándose pesados pendientes y ornamentos
de cuentas.
Las
mujeres Hamer son conocidas por untarse el pelo con una mezcla de ocre y
manteca de vaca. El cuerpo también se lo untan con este preparado para
protegerse de las picaduras de insectos evitando así contraer la malaria.
Utilizan pieles de vaca como falda, recipientes de líquido o para llevar a los
bebés, y las decoran con conchas marinas. Este territorio estuvo hace millones
de años bajo el mar y la erosión deja al descubierto las conchas que utilizan
como joyas.
En
ciertas regiones continúan tejiendo el aguayo de manera tradicional: en los
alrededores del Lago Titicaca (incluyendo la ciudad de La Paz ), en Oruro, Cochabamba,
Potosí y Chuquisaca. Cada región posee sus propias especificidades: empezando
por el surrealismo del tejido de Potolo en Chuquisaca (o Jalq’a), pasando por
elegancia del aguayo de Macha en Potosí y terminado en el extravagante tejido
de Tarabuco...
Precioso artículo. Que gustazo leer y ver fotos de éstas.
ResponderEliminarUn abrazo grande!
Y feliz semana de la crianza en brazos!
Que bonito! El portabebés de los indios de norteamerica me recuerda las mochilas especiales para portar los bebés en alta montaña, en los Alpes se veen muchos padres y madres porteando los niños en esas mochilas (mientras hacen senderismo) y también es precioso.
ResponderEliminarUn saludo
Pues que pasada!!! yo ya lo estuve leyendo en la página de facebook, no todo pero algo leí. Me ha gustado saber más.Si es que porqué intenamos cambiar lo que es natural??? hay cosas inexplicables y la crianza de los hijos es una de ellas.
ResponderEliminarMe encanta esta sección!
Besos guapa y un fuerteeee abrazoooo!
Toma ya!
ResponderEliminarQué fotos más bonitas...Me ha encantado la mujer Mursi, eso es practicidad y lo demás son tonterías, jajaja!
Besos!
Que buena entrada! muy explicita y buena para aprender !
ResponderEliminarSorprende y hace pensar lo deshumanizadas que estamos..o tal vez lo extremadamente humanizadas que estamos que hasta eso lo estamos cambiando..
Un beso grande y buen fin de semana!
Gracias, completísima información!! Si es que cada día somos mas robots y menos humanos en nuestras costumbres!
ResponderEliminarHola!!! Pásate por mi blog si tienes un ratito, que tienes una sorpresilla.
ResponderEliminarUn beso