De esto que un jueves le echas un ojo a facebook y te topas con la propuesta de una actividad que ya habías visto antes pero no era el momento. Entonces de repente te planteas ¿porque no ahora?. Un whastapp con ¿lo hacemos? fue el inicio de la aventura.
La actividad Noche bajo las estrellas en el paisaje kárstico de Cerro del Hierro la organizaba Engranajes Culturales, una empresa sevillana con una oferta amplísima de ocio cultural para todos. Se trataba de una ruta de senderismo por el Monumento Natural Cerro del Hierro, situado en el Parque Natural Sierra Norte, a menos de dos horas de Sevilla.
Cerro del Hierro es una mina de hierro a cielo abierto. La visita contemplaba un recorrido histórico y geológico por la mina, aprendiendo sobre fósiles, minerales, pigmentos y rocas, con un taller práctico sobre el terreno. Para terminar un picnic al anochecer y después, ya noche cerrada, un taller de astronomía. El cielo de Cerro del Hierro está declarado Reserva y Destino Turístico Starlight por la UNESCO y no es de extrañar porque creo que, a pesar de estar un poco nublado, no he visto nunca tantísimas estrellas.
Nos quedaríamos en Cazalla de la Sierra y como la actividad de Engranajes Culturales comenzaba poco antes de las ocho de la tarde teníamos todo el día libre para aprovechar el tiempo al máximo.
Cazalla es un típico pueblo de sierra, con sus casas blancas y sus cuestas. Entre sus peculiaridades está su fábrica de mantecados artesanales que están de muerte, de allí son los aguardientes, anises y crema de guindas Mihura y El Clavel, conserva su kiosko de la música y tienen un puesto de patatas fritas que quitan el sentío. No es que yo tenga mucho mundo, la verdad, pero ver delante de tus narices todo el proceso y comerte unas patatas fritas recien hechas es la monda lironda.
Después de dar buena cuenta de un paquete de patatas y jugar a un juego inventado en el kiosko nos acercamos a la taberna que ya conocíamos de alguna visita anterior. Temporada de setas no era para dar cuenta de algún revuelto pero por estos mundos, el cerdo siempre es una buena opción, con un mosto de la zona, suave, suave.
Aprovechamos para visitar la finca de unos amigos, un trozo de cortijo con un lagar, un par de hectáreas de viñedos y un huerto con montones de especies distintas. Vimos las antiguas barricas y nos explicaron el proceso de eleboración del mosto. Dimos un paseo por los viñedos (imposible no sentirse como dentro de la película Un paseo por las nubes). Allí vimos por primera vez la planta de los altramuces, las judías. Aprendimos que hay cebollas hembra y macho y que la tierra las escupe cuando están maduras. Recogimos patatitas que habían desentarrado los topillos. Observamos la diferencia entre las distintas plantas recordando las que conocíamos del huerto de nuestra ampa. Nos enteramos que los pájaros habían terminado con la producción de cerezas y sobre todo David disfrutó de lo lindo jugando con el perro de nuestros amigos y se encontró el mayor de sus tesoros, un hueso de no se qué animal que tuvimos que traernos a casa.
Con nuestras linternas, nuestro picnic y nuestras mantas nos fuimos para el Cerro del Hierro. El paisaje de por sí es magnífico y la actividad nos resultó a todos muy interesante y amena. Adentrándonos por túneles, bajando a la corta, manchando nuestras manos con los pigmentos que encontrábamos y que habíamos aprendido a identificar. Me sentía un poco Ayla, la protagonista del Clan del Oso Cavernario.
En el taller de astronomía alucinamos literalmente con ese puntero con el que el monitor parecía que tocara las estrellas. Esta actividad venía al pelo del proyecto del Sistema Solar de este curso del pollito. A pesar del frío, que hacía tela, escuchamos acurrucados hablar de estrellas, planetas y constelaciones. Antes de irnos David pudo asomarse al telescopio y ver ¡¡Saturno!!
Parece que estamos a gusto, pero qué frío estamos pasando |
Nos habían comentado que a unos 35 minutos de Cazalla, ya en la provincia de Badajoz, había otra mina que se visitaba y en la misma localidad, Fuente del Arco, una ermita conocida como la Capilla Sixtina de Extremadura por las pinturas que decoraban sus paredes y su bóveda. Allí que nos fuimos al día siguiente habiendo concertado previamente la visita a la Mina de la Joyona, declarada Monumento Natural.
En este caso, la visita, a cargo de un geólogo y biólogo se centró sobretodo en la parte conservacionista, en el valor de la mina como alojamiento de distintas espécies de animales. Nos habló sobretodo del precario equilibrio de la naturaleza, en cómo infuyen nuestras acciones en romperlo y en cómo, a poco que la dejemos hacer, ella misma se encarga de encontrar ese equilibrio.
En el recorrido por sus corredores pudimos apreciar aún mejor lo que habíamos aprendido en la visita a Cerro del Hierro, complementándose ambas visitas.
La visita a la Ermita de la Virgen del Ara en verdad merece la pena, no te esperas que en un lugar perdido un edificio sencillo por fuera contenga ese patrimonio. Es bonito ver como todo un pueblo ha sabido poner en valor su patrimonio y lo muestra orgulloso. Una visita muy interesante, más aún para David que todo el tema vírgenes, cristos y santos le suscita mucha curiosidad.
Terminamos almorzando en uno de los restaurantes del pueblo, un lugar que se anunciaba así "¿Quieres comer en un museo?" y es que el comedor está decorado con radios, planchas, utensilios de médico antiguos y aperos de labranza. Una excusa perfecta para hablar de cómo eran las cosas en otros tiempos, cómo funcionaban las planchas antes de que exisitiera la electricidad o cómo era la visita del practicante a casa para pincharte con aquella jeringa de cristal.
Emprendimos la vuelta a casa cargados de experiencias vividas, de tesoros, de un dolor horrible en los gemelos que aún me dura y de una abuela resfriada.
A ojos del pollito este es el resumen grafíco de nuestro fin de semana de minas y estrellas, en el que hemos vivido más de una aventura en familia.
Madre mía, cómo me ha gustado vuestro fin de semana!!!. Yo hubiera disfrutado como una enana, me encanta todo lo que hicistéis y creo que lo que más, observas las estrellas... wowwww.... Cuando yo era pequeña, que no existía todavía tanta contaminación lumínica como ahora y vivía en un barrio pequeño y con el campo medio rodeándonos, recuerdo que las noches de verano me colgaba medio boca abajo del columpio que me hizo mi padre y me dedicaba a quedarme absorta con las estrellas... madre mía lo que disfrutaba. Ahora casi ni se ven estrellas a no ser que te vayas así, como hicistéis vosotros. Me alegro de que disfrutárais tanto y espero que tu madre ya esté recuperada.
ResponderEliminarCurioso que cites a Ayla, me leí con avidez los libros hasta Las Llanuras del Tránsito que ya me resultaron con "demasiado tránsito" y tuve que dejarlas antes de que su lectura me hiciera acabar con la maravillosa afición a los libros, jejeje.
Muchísimos Besotes a Todos!!!.