No soy pedagoga, ni maestra; no estudié literatura ni he hecho ningún master sobre el tema. Sólo soy una madre cualquiera que lee a su hijo cada noche.
Cuando estaba montando la tienda, orígen de este blog, quería tener una pequeña pero cuidada selección de buenos libros infantiles alejados del horrible coleccionable de versiones de películas Disney que me regalaron con no se que suscripción a una revista. Para ello pedí orientación a una gran amiga y maestra. Con sus recomendaciones descubrí el maravilloso mundo de álbum ilustrado.
Con esa perfecta unión de texto e imágen recuperé la necesidad de leer y el gusto por el disfrute visual que había olvidado durante el embarazo y el puerperio, donde los libros de crianza y la lectura de foros y blogs se habían apoderado de mi sesera.
Soy un SER egoista, por eso leo a mi hijo. Como persona sin más le leo porque quiero disfrutar de ese "arte"; como madre le leo porque quiero compartir con él más tiempo y una afición que me gustaría inculcarle. Por eso, por egoista, le leo cada noche.
No le leo para que él lea de mayor. Yo era una lectora voráz y no recuerdo que nunca me leyeran, aunque sí vi leer mucho. Me encantaría que se aficionara a la lectura, pero no le leo por eso, ni porque piense que lo ayudará a hablar mejor, a tener más vocabulario, a "ser más listo". No, le leo porque pienso que es una sana afición.
Le leo para pasar con él un tiempo consciente. Mientras leemos ESTAMOS, o deberíamos estar. No hay prisas, aparcamos las preocupaciones, olvidamos los informes pendientes y la planificación del menú. ESTAMOS. Lo único importantes es saber quién se ha ha hecho aquello en la cabeza del topo, si el lobo se comió a La ovejita que vino a cenar o A qué sabe la luna.
EL TIEMPO SE DETIENE, EL MUNDO SE PARA
Cuando leemos abrimos puertas a mundos paralelos. También lo hacen la televisión y las consolas, pero nos alejan de ese tiempo juntos, podemos no ser "necesarios" y ya lo he dicho, soy egoista, me gusta ser necesaria. Al leer más que nunca descubrimos mundos reales e imaginarios.
Los álbumes ilustrados, con ese binomio imágen y texto, texto e imágen son una explosión de creatividad. Las cosas pueden ser como queramos ser. Un elefante de mil colores, un globo rojo manzana, mariposa o paraguas o las distintas perspectivas de 999 hermanas ranas que cambian de charca. No hay reglas, ni imposibles. No hay que respetar los contornos, o sí. Todo vale si así lo quiere el artista. Así los introducimos en el arte, en la estética. Nada tiene que ver La mora, Salvaje, Siempre te querré o Los cinco desastres.
¿Y el texto? Rimas, ritmo, repeticiones, onomatopeyas...toda la riqueza de la lengua.
Hay libros sin texto y libros-juego. ¿Un ratón?, Los Gusidedos, Cuentos infinitos, Un libro. Libros con distintos formatos,, formas y colores (algunos incluso olores)...cuadrados, redondos (Media naranja), con agujeros (Otra vez), con mordiscos (El increible niño comelibros), pop-up (El pollo Pepe), con ventanas (La casa de Tomasa)...
LOS LIBROS SON EXCUSAS
Obligándonos a ESTAR nos ayudan a establer diálogos.
Hablamos de emociones. Ponerles nombre ayuda a conocerlas. Verlas en otros ayuda a identificarlas, hablar de ellas ayuda a entenderlas. Libros como Cuando estoy contento (o enfadado), ¡Soy un dragón!, Los sacos de arena o El emocionario son esas excusas.
Noche y la oscuridad, Una pesadilla en mi armario, La pelusa asesina o El mosntruo que se comió la oscuridad nos invitan a hablar de ese gran miedo.
Los libros nos permiten ahondar en sus relaciones, en el mundo que viven mientras están lejos de nosotros...inseguridades (Malena la ballena), antipatías (Pastel de enemigos)... Incitan a buscar soluciones (Por cuatro esquinitas de nada)...
Nos ayudan a tratar temas difíciles. La muerte (No es fácil pequeña ardilla, El árbol de los recuerdos), personas diferentes (Planeta Willy, El cazo de Lorenzo, La niña algodón), a coeducar (SuperLola, Ricitos de oso, ¿Hay algo más aburrido que una princesa rosa?)... escuchar, responder, acompañar.
Excusas para expresar el amor. ¿Como no hacerlo al leerles Un amor tan grande, Besos besos, ¡Porque te quiero! o ¿A donde van los besos?...besos y abrazos imposibles de contener. Promotoras de reconciliaciones de días duros.
¡Voy a comedte!, La vaca que puso un huevo, El libro de la caca...nos hacen reir, otro remueven el alma: El libro que se sentía solo, Lara y el corazón de las cosas, Brazos largos, La mujer más alta del mundo...quizás más la nuestra que la suya. Diferentes vivencias nos condicionan, pero nos hacen sentir y con nosotros ellos. Quizás perciban el temblor de nuestra voz o las lágrimas asomando a nuestros ojos.
Con los libros vivimos mil y una aventuras, protagonistas de sus historias. Imaginamos al Grúfalo; Perdemos y encontramos un pingüino; Las niñas piratas secuestran nuestra casa; Somos señores de castillos de arena. Lavamos mamuts, robamos estrellas o viajamos a Babia, a Nueva York con Herman y Rosie, a Donde viven los mostruos o a Wonderland.
Cuando les leemos descubrimos el mundo a través de sus ojos, nos percatamos de mil detalles, nos planteamos cientos de porqués. Por eso la importancia de ESTAR, estando, en consciencia; no estar por estar. no contar por contar.
Decía Pilar Redondo en el Primer Encuentro Hoyleemos en Sevilla que no debíamos leerles(contarles) si no nos apetecía, si estámos cansados, si no lo hacíamos con ganas. Coincido con ella y paradójicamente creo que debemos leerles(contarles) aún sin ganas. Debemos encontrarlas, merece la pena hacer el esfuerzo, porque como todo, PASARÁ. No habrá "mamá el último", "leéme otro más", "este y este y este". Llegará el día que no pedirán cuentos, se meterán en su cuerto y quizás no sabremos lo que leen, lo mismo no querrán ni hablar de ello y añoraremos esos miles de momentos compartidos con la excusa de un libro.
Quizás no se corresponda mucho con el título de la charla que me invitó a dar Madresfera sobre #hoyleemos y cómo inculcar el amor la lectura a los niños en la I Jornada de Crianza Respetuosa de Sevilla organizada por Cristina de Adoro ser mamá, pero esto es lo que quería aquel día y casi no puede hacer por la falta de preparación de la charla (entono el mea culpa) y las interrupciones del pollito.
plas, plas, plas (aplausos de emoción que no pude dar aquel día). Que maravilla de entrada Carmen, que alegría de tener amigas en la blogosfera como tu que comparten pensamiendo e ideas bonitas que salen del corazón.
ResponderEliminarBesitos
Ay Vane, que me has emocionado. Feliz de compartir pensamientos y sentires
EliminarUn abrazo
:').
ResponderEliminarA mi si que me leían de pequeña. También lo recuerdo como grandes momentos de ESTAR, así, con mayúsculas. Pero tenía tantas ganas de aprender a leer para poderlo hacer siempre que quisiera que si que creo que leerles también les inculca ese amor, esa pasión por vivir aventuras.
Un abrazo :) y sigue leyendo...
Qué bonitos recuerdos Hobbita, espero que mi pollito los tenga también y sí, también me gustaría que esto sirviera para que le gustase leer porque creo que es algo maravilloso.
EliminarUn beso
Hola gallinita!! A mí no me leían de pequeña. Y me considero una devora libros autentica y adictiva, ajjaja
ResponderEliminarMe ha encantado tu post, no pude ir al encuentro por trabajo al igual que no podré escucharte (y me encantaría) al IIencuentrodeenredadosenfamilia.
Al principio les leía por puro disfrute, por estar a su lado. Cuando han ido creciendo le incrementé el desarrollar la imaginación y ahora por último le sumo la resolución de conflictos.
Descubrí el álbum ilustrado con mis peques, y decidí llenar mi vida y la de ellos de magia y aventuras.
Gracias por tu mención Carmen, besotes.
Gracias por pasarte por aquí y gracias sobre todo por compartir la magia y aventuras de los libros con todos nosotros. Gracias por el disfrute que nos regalas. Ojalá siempre faltes por trabajo a cualquier cosa en la participe, será buena señal jeje
EliminarUn beso Pilar