Traspasar la cortina y que se me nublara la vista fue uno. Las lágrimas acudieron a mis ojos, no por tristeza, sino de emoción. La de la primera vez.
Montones de mariposas revoloteaban a nuestro alrededor, con ese movimiento suyo, rápido pero lento, anárquico. ¡Cuanta belleza!. ¡Que experiencia más maravillosa caminar entre mariposas!.
¡Vamos mamá, no te quedes así parada! Pero yo, con un punto egoísta, no quería seguir su ritmo, prefería saborearlo sin su prisa, aún a costa de perderme parte de su experiencia. Que ese placer lo tuviera su padre por está vez, que yo sólo estuviera a medidas. Mi otra mitad, conmigo misma.
Las grandes mariposas azules, tan anodinas con sus alas cerradas, las pequeñas mariposas de alas translúcidas, como encajes, esas rojas que parecían florecillas voladoras, las grandes polillas cabeza de serpiente. Ver de cerca cómo sorvían el néctar con sus trompitas. Las crisálidas como colgantes de piedras preciosas con oro engarzado, observarlas recién transformadas, con sus alas arrugadas...maravilloso.
Volando y volando alrededor. A todo se acostumbra uno y casi, casi, me acostumbré. Pero nunca olvidaré esa primera vez.
Mariposario de Benalmádena
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que experiencia tan maravillosa. Me alegra que la hayan disfrutado.
ResponderEliminarMuchas gracias. La verdad es que fue increiblemente hermoso :)
EliminarQué bella esta experiencia! El año pasado visitamos el museo de Smithsonian en Washington DC en donde hay un exhibición de mariposas- se puede caminar entre un bosquito lleno de mariposas vivas- increíble!
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