Me gusta esto de #hayvidadespuesdelosseis. Me obliga a pensar en el futuro, a ponerme en situaciones que vendrán o no, pero que merece la pena haber analizado para saber por donde tirar cuando llegue el momento. Este mes hablamos de Piercings, tatuajes y modificaciones corporales.
Lo malo es cuando has reflexionado sobre el tema, sabes lo que quieres contar, no has tenido tiempo de es escribirlo y te topas con un post que expresa exactamente lo que tú querías. Tu cara de tic, tac, tic, tac ¿ahora qué cuento yo si ya lo ha dicho todo esta chica?
Os invito a leer el post de Mis chicos y yo, desde la posición de alguien con adolescentes en casa, que refleja exactamente la postura que creo que debemos tomar al respesto. Cuando digo "debemos tomar" no me refiero a una ley general aplicable a todas las familias, sino a la que me gustaría que tomáramos en casa.
Así a bote pronto puede parecer incluso fácil lo que ella plantea y sin embargo quizás llegado el momento no lo sea tanto. ¿Cuando deberemos dejarlos tomar ese tipo de decisiones, con qué edad? Supongo que dependerá del grado de madurez que percibamos en ellos. Me repelen esas frases de "mientras vivias en esta casa harás lo que yo diga" o "cuando tengas 18 años podrás hacer lo que quieras". Me parecen tan obviamente equivocadas que no voy a pararme a explicar mucho el porqué. Independientemente de donde vivas y de la edad que tengas tienes derecho a tomar tus propias decisiones cuando estas no hacen daño a nadie y más aún cuando se trata de algo concerniente a tu propio cuerpo.
Pero ¿cómo hacerles entender las implicaciones que puede tener en el futuro algo menos reversible que un corte de pelo o un agujero en la nariz? La comunicacién será la clave: hablar, debatir, explicar, escuchar y dar tiempo al tiempo, en definitiva reflexionar, no permitirles tomar decisiones importantes a la ligera. Una vez tomada la decisión acompañarlos, no ya de forma física (que también si ambos queréis) sino emocionalmente, que sientan nuestro respaldo hacia la persona en la que se están convirtiendo. Pueden gustarnos o no, pero esas "pequeñas cosas" forman parte de su identidad y ¡ay amigos! lo que cuenta es el paquete completo. Con pelo pincho, con espalda tatuada, con diez pendientes en la oreja los queremos.
¿Y tu qué piensas al respecto, dejarías que tus hijos se hiceran un tatuaje, un piercing o algo más "gordo"?