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18 de agosto de 2014

Los abuelos

En estos cinco años, sólo tres noches se fue a la cama con la abuela en vez de con nosotros y nunca fue por iniciativa suya, sino nuestra, por salir en esas tres ocasiones especiales. Tal y como lo dejábamos y aún sabiendo que después se le pasaba, la verdad, no nos compensaba ni a su padre ni a mi. Muchos pensarán que a base de repetirlo acabaría acostumbrándose, pero nosotros creíamos (y hemos confirmado) que no había necesidad ninguna de hacerlo sufrir de ese modo. Esta etapa pasaría como las demás y pasó.

Mira que mi madre lo había invitado veces a dormir con ella, pero nunca había querido, hasta ese día, que se autoinvitó. A mi madre casi le da un pasmo, como al gallo y a mi misma, pero todos reaccionamos la mar de bien, así, como si no fuera un hito en su pequeña vida.

Será que tiraron los colchones al suelo del salón, pusieron sábanas a juego, cogieron cada uno un peluche y se quedaron viendo dibujos animados hasta las cuatro de la mañana, será porque se despertó cuando quiso, desayunó lo que le apeteció, jugaron a todo como dos niños, se fueron a almorzar a su sitio favorito y luego al cine de estreno. Será porque fue consentido y mimado. Lo cierto es que le encantó. ¿A quién no?
Pinterest
¿No debería ser ese el rol de los abuelos? Mimar, consentir, disfrutar de los nietos. Ya nos criaron a nosotros, ya asumieron el papel de padres, de educadores, ¿no les toca cambiarlo por otro más liviano?
La pena es que a veces, las circunstancias no lo permiten, porque por ayudar en la inexistente conciliación, terminan pasando más horas con sus nietos de las que estos pasan con sus padres, más de las que ellos mismos pasaron con sus propios hijos. Y casi terminan convirtiéndose en "padres", en educadores, además y lo que es peor en sirvientes de sus propios hijos.

Escuchaba el otro día a un abuelo, que había llevado a su nieta de unos dos años un Domingo a la piscina, comentar la lista de tareas que la madre de la criatura le había mandado hacer y cómo se había pasado la mañana de lugar en lugar con la pequeña cumpliendo los encargos. Al llegar allí, ya cansado, había tenido que bañarse con ella, porque no lo hiciera sola, no sin antes echarle la crema protectora. Era algo pegajosa y cuando fue a lavarse las manos, se dio cuenta que hacía espuma; al ponerse las gafas y leer el envase, constató que no era crema solar sino gel de baño...ya se explicaba con la de veces que le había aplicado la crema el día anterior, porqué la niña se había puesto tan morena. 

Espero que la anécdota quedara en eso y no terminara en un tirón de orejas para el abuelo, por haber tenido la culpa de que la niña se quemara un poquito. Pobre hombre, demasiado.

¡Hasta las cuatro de la mañana viendo dibujos animados! Pobre de mi madre, demasiado



1 comentario:

  1. Así debería ser y no las jornadas a tiempo completo... Cañera tu madre!!!, y seguro que disfrutó como una niña con su nieto. Qué pena me ha dado el abuelo... ay pobre...

    Muchos Besotes!!!.

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