Un fin de semana sin cuentos

Plis plas, así se me ha pasado este fin de semana tan intenso. Tanto, tanto que ahora me doy cuenta: no hemos leído, visto, oído, contado...ni un solo cuento 0_0

Viernes. Con esto de los despegues y despejes, que nos lo estamos tomando al pie de la letra, me fuí por la tarde, solita como la una, a ver a una amiga y disfrutar de una conferencia...parto, maternidad y crianza desde el punto de vista antropológico. Sólo por haber charlado con ella ya hubiera merecido la pena, pero la conferencia comenzó con la lectura de uno de mis libros favoritos, El Clan del Oso Cavernario, y de allí hasta la luna, magnífica. Además tuve la suerte de poder mantener una charlita con el gran Ramón Soler y agradecerle en persona su labor. Un encanto de hombre. Al volver a casa, deseando reencontrarme con mis chicos, que tampoco habían estado justos, el pollito nos concedió la insólita licencia de que nos fuéramos a cenar los dos solitos, nos cambió por la abuela y su vecina...¡¡ZAS!!, torta en tooooda la cara para quien se pensara que su desapego no llegaría por si solo.

Agradabilísima cenita con mi love, super relajados.

Sábado ya...mi pollito asistía a un taller de mosaico y yo de ayuda logística. Me sorprendió y encantó verlo trabajar tan minuciosamente, amigarse con los otros chiquillos del taller y disfrutar juntos de algo tan afín a mi exprofesión (durante un tiempo fuí yo la profe).

Nos recogió la abuela y juntos los tres almorzamos divinamente y nos dispusimos a dar un paseo. Teóricamente para llegar a un lugar donde tomar un postre, pero en el camino nos salió al paso una iglesia y ya sabéis, o quizás no, cómo está mi niño de capillita, de semanasantero, de cofrade...cabreo por mi parte cuando para entrar en la iglesia tuve que acreditar que vivo aquí para no pagar...Esto me da para mucho, porque no entenderé jamás que un cristiano no pueda entrar en cualquier momento en una iglesia determinada a rezar, que tenga que hacerlo sólo en horas de oficios. No, me revelo ante eso y con cosas como esas me reafirmo en mi creencia antieclesiástica. Me disperso, sigo. Allí nos encontramos a un amigo del cole, así que sumándolo a lo anterior la ecuación fue perfecta y echamos un buen rato por allí.

Yo tenía que volver al lugar de los talleres, y para allí me fuí. Ellos que ya había salido también de la iglesia se vieron "obligados" a volver a entrar atraídos por la música de la banda que iba a comenzar allí un concierto de marchas procesionales, un sumando más.

Mientras tanto yo estuve iniciándome en el noble arte de tejer trapillo jijiijiji que malamente se me dio, pero oye, me gustó. (Tanto es así que a la noche...) 

Ahhh! y mi gallo, ¿donde estaba? en un taller de comunicación familiar guiado por Ramón Soler y su esposa. ¿Qué? ¿me lo como? ¿o no me lo como?

Mataditos todos terminamos esta jornada, así que zzzzZZZZzz...pero como me desperté en mitad de la noche, me dio por terminar el cestito de trapillo :)

Y el Domingo...continuaba con mi fin de semana crafitero, esta vez con un taller de creación de complementos reciclando camisetas. En hora y media aprendimos a hacer más de cinco proyectos distintos para darle nuevas vidas a esas camisetas de chicos, viejas, con publicidad... decir que me ha encanado es poco. A medio día ya, nuevo con el corral completo, incluida mi madre, comidita rica y a Disney on Ice

Ayyyyy...Disney on Ice, ¡¡¡QUÉ ESPECTÁCULO!!! purita diversión. ¡qué cara la de mi niño! y a mi que se me saltan las lagrimillas porque me emociono de verlo disfrutar tanto y de disfrutar tanto yo también...Madre mía, ¡¡¡cómo patinan!!! Simba y Nala ¡qué piruetas! y todos esos monos...Mi favorito el numero de la Sirenita. La música del "bajo el mar"...todos cantando, bailando, un elenco tan grande disfrazados de criaturas marinas ¡cuanto color!. Y después Peter Pan, Wendy, Jhon y Mickel volando. Y el Capitán Garfio que dice el pollito que le da miedo jjajajaja y ese ¡¡¡pedazo de cocodrilo que se lo traga!!! Desde luego vale la pena ir al show porque son casi dos horas de ESPECTÁCULO  así en mayúsculas, no sólo para los peques sino tanto o más para nosotros los adultos que conseguimos seguro olvidarnos de tooooodas las penas y volver a ser niños como ellos. Toda una terapia para estos tiempos.

Y ese ha sido nuestro super fin de semana, exprimidito al máximo. Eso sí, ojalá tuviéramos el don de la ubicuidad, porque se nos han quedado muchos amigos a los que ver y muchas cosas por hacer. 

Ahora ya con el chip cambiado, pensando en la rutina de la semana...¿rutina? ¡¡¡eso no te lo crees ni tu!!! ;)